El estreno de la semana:
James Bond, el agente 007 británico, fracasó en su última misión y una
lista de espías del MI6 quedó al descubierto, convirtiéndose
automáticamente en objetivos inminentes de las organizaciones criminales
internacionales. Cuando la sede del MI6 es atacada, M, la superior de
Bond, es señalada como responsable del desastre por parte del nuevo
encargado de la Seguridad, Mallory. Bond tratará de limpiar su nombre y
protegerla de un misterioso hombre de su pasado, Silva, que quiere
venganza.
El personaje de
James Bond, creado por Ian Fleming en 1952
(Casino Royale),
se ha ido adaptando a los nuevos tiempos, a los nuevos vaivenes
sociopolíticos y económicos surgidos tras la caída del telón de acero
que supuso el fin del comunismo y de la guerra fría. Si este agente, con
licencia para matar, seductor e icono del lujo y de la sofisticación
británica en los años 60, a bordo de su Aston Martin, se enfrentaba en
sus inicios a los espías más peligrosos de la KGB o a peligrosas
organizaciones neofascistas como Espectra, cincuenta años después (50º
aniversario del personaje cinematográfico), sigue en forma (no envejece
ni un ápice), como "cruzado" del MI6 británico para enfrentarse a los
enemigos de Su Majestad, con un carácter más frío y antipático, pero a
la vez más humano (made in Daniel Craig). Los productores de la
franquicia, Barbara Broccoli y Michael G. Wilson, han confiado este
nuevo proyecto sobre 007 al reputado director británico
Sam Mendes, ganador del Oscar en 2000 por la ácida comedia dramática
American Beauty y responsable de algunas piezas maestras del cine más reciente como
Camino a la perdición o
Revolutionary Road. Mendes compone en
Skyfall,
una trama más intimista e introspectiva para dotar a los personajes de
una mayor humanidad, profundizando en la relación de respeto, fidelidad y
admiración entre el agente del MI6, James Bond, y su superior, M,
amenazada de muerte por un maquiavélico villano, y defenestrada por un
implacable político, ansioso de poder.
